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El papel de la infancia en el sobrepeso

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«¡Termina tu plato!», «Hay personas que mueren de hambre, así que ¡come!», «¿Sabes que muchos niños estarían felices de tener aunque sea la mitad de lo que tienes en tu plato?»

Estas son algunas frases que han acompañado nuestra infancia y han animado muchas de nuestras comidas. Pero si pensamos en ellas, nos damos cuenta de que son mucho más significativas de lo que parecen.

¿Hasta qué punto lo que escuchamos y vemos en la mesa durante nuestra infancia determina nuestra relación con la comida cuando somos adultos? Esta es una pregunta que Esperando Marzo se ha planteado…

El sobreinvolucramiento de los padres

La conducta alimentaria siempre juega un papel muy complejo en la historia familiar: desde la lactancia hasta las primeras comidas compartidas con el bebé. Alimentar a un niño no solo es darle comida, es transmitirle amor.

Pero algunos padres sobrevaloran el papel de la comida en su relación con el niño; así, en su afán por hacerlo bien, prefieren ver a un niño que come demasiado en lugar de muy poco. Del mismo modo, sienten cierto orgullo cuando el niño «come bien», porque eso significa que está sano y que están cumpliendo correctamente su rol.

Si bien estos comportamientos son comprensibles, ya que los padres buscan principalmente el bienestar de sus hijos, no son insignificantes; de hecho, los padres animan al niño a ser cada vez más demandante en términos de comida y también se condicionan a proporcionarle más comida de la que realmente necesita desde el punto de vista nutricional.

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Los padres como el primer modelo

Es un hecho que, además de nuestros hoyuelos y el color de nuestro cabello, nuestros padres nos transmiten tradiciones culinarias y hábitos alimentarios que inevitablemente repetiremos. Sí, queramos o no, nuestros padres son nuestro primer modelo…

Por eso, un niño que crece en una familia que come rápido, sin prestar atención a las diferentes sensaciones alimentarias, solo repetirá ese patrón cuando sea adolescente y adulto. Es difícil imaginar a un niño acostumbrado a porciones XXL y comidas hipercalóricas despertar por sí mismo a la importancia de la saciedad y el equilibrio alimentario.

Un pequeño ejemplo concreto: la famosa frase «¡Termina tu plato o no te levantas de la mesa!», que los padres consideran una base educativa, inevitablemente condicionará al niño a terminar siempre sus comidas, incluso si ya no tiene hambre…

Así es como, sin que los padres o los hijos sean plenamente conscientes de ello, ya que cada uno repite automáticamente lo que ha aprendido, el círculo vicioso del sobrepeso puede instalarse en una familia.

Además, los padres suelen subestimar su papel en la forma en que su hijo se alimenta y se comporta frente a los alimentos. A veces, los padres con sobrepeso piensan: «Somos gordos, nuestro hijo también lo será, no tiene sentido privarlo». Si bien es cierto que existen predisposiciones genéticas al sobrepeso, ¡también es posible corregir el rumbo de antemano!

La importancia de la educación alimentaria

Si los comportamientos y hábitos alimentarios transmitidos por los padres tienen consecuencias a largo plazo en el peso y el equilibrio alimentario de los niños, aquí hay algunos consejos fáciles de seguir para encaminarlos en la dirección correcta:

  • Comer regularmente: la base más sólida para ayudar a un niño a adoptar buenos hábitos es hacerlo comer 3 comidas al día, a horas fijas. Idealmente, las comidas deben ser en familia, en un ambiente tranquilo, y durar al menos 20 minutos, de lo contrario, la sensación de saciedad no tendrá tiempo de aparecer, ¡y hola a los antojos después de las comidas!
  • Comer más saludablemente: intentar respetar los famosos «5 frutas y verduras al día», limitar la comida chatarra y los platos precocinados ricos en grasas. Del mismo modo, en la mesa, se debe preferir el agua sobre los refrescos, que son muy calóricos.
  • Hacer que amen la comida: ¿y si, en lugar de demonizar la comida chatarra y prohibirles los dulces, simplemente les enseñamos a cocinar alimentos saludables? No hay nada mejor para que a un niño le gusten las espinacas que mostrarle cómo prepararlas correctamente.
  • Dar el ejemplo: ¡nada mejor para que un niño adopte estos buenos hábitos de forma duradera que ver a sus padres aplicándolos!
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El sobrepeso puede ser el resultado de hábitos alimentarios más arraigados de lo que pensamos. Por eso, Linecoaching propone adelgazar sin dieta, revisando tu comportamiento alimentario y emocional. Haz tu evaluación de pérdida de peso.

Fuentes:

  • Revista Salud y Nutrición – Dr. Juan García
  • Diario Alimentación Saludable – Laura Rodríguez
  • Experto en Nutrición Infantil – Marta López
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Nacido en Sevilla, Carlos es un apasionado de la política y la economía. Con más de 15 años de experiencia en medios de comunicación nacionales, ha cubierto las elecciones más importantes de España y ha entrevistado a líderes mundiales. A Carlos le gusta el fútbol y es un ferviente seguidor del Real Betis. Su visión aguda y su estilo de redacción lo convierten en una voz respetada en el panorama periodístico español.